Advertencia!
Para poetas o personas exigentes con gustos mas cultivados, refinados y sofisticados, el contenido de este texto puede resultar chocante por su grado de “sinceridad” y exposición.
Quiero aclarar que no es un intento de escribir un texto poético,
escribo “intento” porque es obvio que yo estoy muy lejos del delicado equilibrio heideggeriano entre el mostrar y el ocultar, también hay que tomar en cuenta que recién estoy descubriendo la escritura poética.
Y como me dijo un amigo poeta (de verdad!); no todo lo escrito en primera persona necesariamente tiene que ser autobiográfico.
Yo sufro de insomnio, lo mio es crónico e incurable.
Existen ciertas tendencias de asociar el insomnio con la creatividad, el típico artista pretencioso que dice “a la noche explota mi creatividad, cuando no puedo dormir me pongo a crear, de ahí salen mi mejores obras”, como para darle un aire místico o romántico al asunto. El ex-presidente yankee Theodore Roosevelt paso medio año durmiendo un promedio de dos horas por noche, y durante ese periodo escribió dos libros. Supo aprovechar bien su insomnio, digamos. Todo bien, respeto el ritmo biológico y artístico de cada uno, y debo reconocer que en algunos casos yo también he experimentado momentos de súper-creatividad nocturna, ya limada y re pasada de sueño, hasta casi alucinando e inventando cosas maravillosamente locas. Pero para mí en general el insomnio no pasa por ese lado, es todo lo contrario; es frustración e impotencia en su forma más pura. Mi primeros recuerdos de no poder dominar la situación de dormir son de mi infancia, yo tenía 5 o 6 años y estaba siempre dando vueltas en la cama, escuchando los ronquidos de mi hermana melliza que siempre se quedaba dormida al toque, simplemente apoyaba la cabeza en su almohada y boom, se dormía! Yo no, estaba ansiosa, preocupada, y me sentía sola en el mundo, abandonada por mi hermana, mis padres, por todos y todas. Cuando no daba mas agarraba mi manta y mis miles almohadas y me iba a la cocina donde me armaba mi camita provisoria. Era menos angustiante dormir en la cocina porque estaba asociada con cosas positivas; comida, calor, la radio, la mesa grande que era mi lugar preferido para dibujar. Mi viejo era el primero en levantarse a la mañana y cuando me encontraba ahí, durmiendo en el piso, me llevaba a mi cama o se acostaba al lado mio para charlar un rato antes de preparar el desayuno. Ya no armo camas provisorias, ya soy demasiado grande para que me lleven A upa a la cama. Pero sigo con el mismo insomnio, cada año peor. Lo tengo recontra asumido, pero no tengo las herramientas para manejarlo. Cada día se repite la misma situación; unas horas antes del momento cuando supuestamente me tendría que acostar me empiezo a angustiar, por lo que viene, por lo que se esta acercando como una amenaza – la noche y con ella – los demonios del insomnio.
En un acto patético de autoengaño hago todas las cosas recomendadas para relajar la mente y “armar un ambiente armonioso y tranquilo y poco a poco ir preparando el cuerpo para dormir”; pongo música de Ravi Shankar, prendo sahumerios, trato de apagar la computadora, me tomo una ducha caliente, hago yoga. Esa es la fase inicial y suele producir una sensación placentera; me siento bien porque realmente me hago cargo de la situación (!) y trato activamente prevenir una situación para mí muy angustiante.
( y al mismo tiempo me burlo de mí misma, es tan evidente que todas esas precauciones nunca van a combatir el origen de mi insomnio). Después viene la segunda parte, mas forzado y agresivo, que implica consumir algún tipo de remedio o droga; me fumo un porro, me clavo tres comprimidos de valeriana forte, me hago un trago con ron martinico y miel, o tomo un Revotril 0,5 o valium o alplax o lo que halla.
Ahí ya me siento medio fracasada, sobre todo si tomo algún tipo de medicamento. Sé que son adictivos, que me dan una especie de resaca, que me hacen pasar el día siguiente como una zombie, que no me dejan llegar al sueño más profundo ni soñar, que tanto me gusta.
Cuando ya tengo ingerido lo que tengo que ingerir, me acuesto.
Me pongo crema en las manos, pongo el despertador, acomodo las sabanas. Aveces leo algo, pero últimamente eso también se me complica. Cualquier libro puede despertar un malestar, me di cuenta. Los tres libros que tengo sobre mi meza de luz en este momento se pueden transformar a objetos peligrosos;
La muerte en Venecia de Thomas Mann – muy dark – muy triste – eso puede provocar angustia – entonces no!
Un libro de filosofía de R. Solomon y K. Higgins– muchos datos importantes – debería leerlo mas atentamente, despierta – ademas trata cuestiones existenciales – eso puede provocar angustia – entonces no!
O doce veneno do escorpiao diario de garota de programa – mucho realismo social y miseria humana – muy mal escrito – muy triste – eso puede provocar angustia – entonces no!
Al final no puedo leer nada cuando ya estoy en ese estado alterado hipersensible. Tengo que apagar la luz, cerrar los ojos y dormir. Pero como se hace? Como es eso que se llama quedarse dormido? Ahora empieza la verdadera pesadilla, la invasión de pensamientos de los que no me puedo defender, se apropian de mi cerebro y no puedo hacer absolutamente nada para alejarme de ellos. Sin embargo soy yo que los alimento, es una paja mental involuntaria y al final un goce que no puedo cortar.
Igual hay varios trucos para probar cuando uno ya esta dentro del insomnio, ninguno mejor que el otro, pero los hay.
Masturbación por ejemplo. Dicen que relaja la musculatura del cuerpo y aumenta la producción de las hormonas que nos generan sueno. Y si, es verdad que te quedas mas relajada físicamente, pero la cabeza sigue mas excitada que nunca!
Porque lo mas básico y fundamental que hay que entender del insomnio es el conflicto y la contradicción entre cuerpo y mente.
Entonces no me sirve tener un cuerpo re contra relajado si tengo un exceso de trabajo mental. Mi mami siempre me decía: “pensá en cosas positivas, cosas que te hagan sentir bien”. Eso funciona cuando uno es chiquito, pensás en el sol del verano, en helados de frutilla y vainilla, en my little pony, en cumpleaños y ya te perdiste en el mundo de placeres y te quedas dormido con una sonrisa en los labios soñando que te bañas en un lago de helados con tu pequeño pony. Pero el cerebro adulto no se maneja tan fácil.
Otra cosa – mas peligrosa que la masturbación – es el laptop!
Lo tengo al lado de mi cama, no se porqué, pero ahí esta, y es tan fácil prenderlo en esos momentos de desesperación y empezar a navegar en el ciberespacio. Yo me suelo perder en paginas de fotógrafos o en mi propio Facebook o buscando información de cosas raras o freaks que conozco. En fin, es re destructivo porque no te acordás nada el día siguiente y seguís activando tu cabeza, alimentándola con imagines y pelotudeces.
Otro tema del insomnio es el abandono, o mejor dicho la sensación de sentirse abandonada. La noche viene con su oscuridad blanda e infinita y desenvuelve a todos en su abrazo, A todos menos a mí. Yo me quedo afuera, excluida. Así lo siento yo. El tema de exclusión esta íntimamente relacionado con otro tema; el de dormir con otra persona.
Porque de hecho la sensación de abandono puede o aumentar o desaparecer totalmente depende de la persona que tengo a mi lado. Si duermo con una persona de mucha confianza que no me produce ningún tipo de atracción física (amigos o amigas) me suele resultar calmante su pura presencia, y si la persona tiene la sensibilidad suficiente para percibir mi angustia y me haga caricias en el pelo o en la espalda hasta que me quede dormida, estoy salvada.
Más complicado es dormir con personas con quienes tengo algún tipo de relación sentimental / sexual. Me costó cinco años con mi ex-novio poder dormir con él y sentirme protegida y segura. Cinco años!
Tiene algo que ver con la vulnerabilidad supongo, de no poder controlar ni la mente ni el cuerpo, de miedos ridículos como roncar, babear, tirarse un pedo, hablar en sueños, etc.
Tal vez la esencia del insomnio tiene su origen en el miedo de morir. Cada vez cuando nos quedamos dormidos nos morimos un poco. Estamos en pausa, silencio, baja actividad.
El 6 de enero de 1919, en su hogar en New York, Theodore Roosevelt murió mientras dormía. El vicepresidente Marshall dijo: “La muerte tenía que llevárselo dormido, porque si Roosevelt hubiera estado despierto, habría habido una pelea”.
Yo creo que compartimos ciertas cosas, Roosevelt & yo.
Seria la ironía del destino y muy probable que yo también me muera durmiendo. Pero tengo varias peleas para combatir primero, el sistema patriarcal en cual vivimos y mi propia carne débil, por ejemplo.
Y a la continuación un registro fotográfico de mi insomnio, fotógrafo: El Fantasma Roosevelt
http://la-boca-del-lobo-mas-oscuro.blogspot.com/2009/06/un-poema-de-fernando-pessoa-insomnio.html